Una desgracia y un coqueteo que se transformó en amor derivó en una locura que hoy es furor en Grand Island, Estados Unidos. Se trata de “Un deseo o dos atrás”, una panadería francesa en territorio estadounidense, que entrega el “viejo arte de la panadería” gala más arte y otros encantos del país europeo.
Esta idea, eso sí, nació de una lamentable circunstancia. Durante la crisis financiera de 2008, la tienda de regalos de Kathleen Farrugia estaba al borde de la desaparición y mientras ella imploraba por una oportunidad para darle vida, terminó encontrando (o amasando) ésta junto al maestro pastelero francés Philippe Farrugia.
“Le pedí a Dios para dar vida a la tienda. No quería que fallase, pero no imaginé que Dios me bendijera con un marido también… y la panadería era justo lo que necesitábamos”, cuenta Kathleen sobre la eventualidad que la llevó a conocer al pastelero galo que hoy es su marido.
El conocerse, pese a que tenían profesiones distintas, los hizo enamorarse y sacar del horno una gran idea: “Un deseo o dos atrás”, un lugar mágico que fusiona panadería y mercado francés. Allí, por ejemplo, el mundo del bakery expele olor a nostalgia de la panadería francesa: se hace, por ejemplo, una variedad de panes artesanales europeos, entre ellos varios granos germinados, masa agria francés, ajo asado toscano y nogal de arándano.
La panadería está especializada en panes y dulces artesanales europeos, que de acuerdo con Philippe, se hacen de manera muy diferente en Europa que en los Estados Unidos. “Es todo acerca de cómo procesar el pan. Muchos han perdido el antiguo arte de la panadería. Se necesita tiempo y los procesos naturales que descomponen los azúcares y gluten de trigo en él”, cuenta Philippe.
“A diferencia de la mayoría de los panes que encontrarás en la tiendas, se utiliza sólo harinas blanqueadas. Añadimos cero colesterol, conservantes, grasas, aditivos, azúcar, estabilizantes, ácidos, acondicionadores de masa, jarabe de maíz alto en fructosa, productos lácteos, aceites, edulcorantes, maíz, soja, inhibidores de moho o productos químicos de cualquier tipo”, asumen.
Otra diferencia es que ambos son fanáticos del pan artesanal, pues proporciona la nutrición al cuerpo que necesita el ser humano. “Viví 12 años en Nápoles y allí, cada día la gente come una barra de pan en cada comida. Son personas delgadas y saludables. Las pequeñas panaderías están comenzando a disminuir y debemos volver a lo básico”, complementa el francés sobre el lugar que ofrece más de 20 tipos diferentes de panes.
“Jesús es el pan de vida. Él partió el pan en la mesa y dijo: ‘Comed de este; este es mi cuerpo.’ También multiplica el pan, para asegurarse de que el pan es importante para nosotros. Estamos trabajando aquí para reparar la reputación de pan”, dice Kathleen sobre la panadería que incluye sabores como el de oliva kalamata, pasas canela, centeno, de nueve grano, masa madre, e incluso lo que ellos llaman “pan de Dios”.
Pero ella no sólo aporta religiosidad. La tienda de regalos que complementa la panadería cuenta con piezas eclécticas y una decoración francesa de la vendimia, y el mercado tiene una variedad de vinos franceses, quesos y café recién hecho. Un complemento que atrae a mucha clientela.
Fuentes :
www.dailycommercial.com www.lakehealthyliving.com www.ocalastyle.com