¿Cómo cambiará la pandemia la forma de concebir nuestras ciudades, nuestros entornos?, y ¿por qué esto debiera importante a nuestro rubro del Bakery?
¡Porque somos componentes esenciales de ciudades más amistosas!
Para urbanistas y arquitectos de todo el planeta se trata de uno de los debates que se activaron con el profundo confinamiento que se ha debido realizar en grandes urbes producto del Coronavirus, el cual debe centrarse en cómo tener metrópolis más sustentables, equitativas y diversas.
Las ciudades son obras en progreso. En el núcleo de lo que hace que los entornos urbanos densos sean auténticos, deseables y atractivos, se encuentra una red de fuerzas que crean imprevisibilidad, casualidad y diversidad, cualidades que en tiempos de distanciamiento social parecen ser una amenaza para nuestra seguridad y bienestar personal.
“El espacio público ha sido traumatizado en esta pandemia, sufriendo nuevos protocolos de distanciamiento social. Esto requiere un cambio importante”, dijo Milena Ivkovics, Coordinadora de los Equipos Asesores de Planificación Urbana del Instituto Isocarp, que es una de las organizaciones en todo el mundo que está buscando formas de desarrollar las capacidades futuras a través de enfoques adaptativos, flexibles e integrados para diseñar y planificar ciudades. Un nuevo diálogo será esencial en los próximos años al involucrar a los ciudadanos y capacitar a los jóvenes planificadores para abordar los desafíos.
El Portal Arquitectura y Diseño lo plantea así; «Ciudades como Ottawa y París hablan de la “ciudad de los 15 minutos”. Quieren que todos los ciudadanos tengan acceso a los servicios básicos como trabajo, sanidad, compras, cultura u ocio a menos de quince minutos de casa. En realidad no es nada nuevo, hace ya mucho que se habla de la ciudad de proximidad. No es otra cosa que revalorizar los barrios para que dispongan de todo lo que necesitamos, que sean como pequeñas micro ciudades autosuficientes dentro de la gran ciudad. Esto tiene una gran ventaja. Una ciudad sin tantos desplazamientos no necesitaría tanto sitio para los coches. Se podría dedicar ese espacio para la movilidad descarbonizada, con carriles bici y aceras más anchas, habría más sitio para árboles y zonas verdes, algunas rotondas se podrían convertir en plazas peatonales, en zonas de juego para niños, áreas deportivas… Además ayudaría a evitar el “efecto escape”, muchos estamos deseando que llegue el fin de semana para huir de la ciudad e ir a un lugar más tranquilo y en contacto con la naturaleza. Si la ciudad fuese más humana se reducirían hasta estos desplazamientos».
Esto ha sido cierto todo el tiempo, pero merece un énfasis especial después de nuestras experiencias recientes de encierro en todo el mundo. La confianza, un sentido de pertenencia y estructuras sólidas de apoyo comunitario son los ingredientes necesarios para construir la cohesión social y la resiliencia.
Las comunidades saludables son la base para crear y mantener la actividad económica y para ello el concepto de “pequeñas ciudades” dentro de las grandes capitales, donde por supuesto pueda adquirirse, a escala humana, tus insumos favoritos; tortas, pan, pizzas…
Carlos Moreno, catedrático de la Universidad parisina de la Sorbona, asevera que hay seis sucesos que harían feliz al habitante en una ciudad: “Habitar con dignidad, trabajar en condiciones adecuadas, obtener provisiones, bienestar, educación y ocio.” Para tener calidad de vida se precisa tener acceso a esas funcionalidades. En realidad, no debería ser tan complejo alcanzarlo.
Fuentes :
www.elceo.com www.unhabitat.org www.gensler.com