Hasta hace algunos meses no eran parte en lo formal de nuestro lindo rubro del bakery local; hay talentos que despiertan y desde las cocinas de las casas dan vida a la nueva repostería.
Se podría definir como modo, regla o forma de vivir. Porque dedicarse a la repostería artesanal no solo requiere inversión, sino estar a gusto haciendo lo que se hace, creando desde los hornos.
Y es un “modus vivendi” que se repite; Manos talentosas deciden ingresar a la pastelería desde casa, creando tortas y postres que se van ganando primero espacios en las mesas de las redes cercanas de amigos y familiares, para luego del boca a boca, las recomendaciones y las redes sociales generar emprendimientos semi formales que, muchas veces, luego de un breve periodo de tiempo se oficializan en microempresas familiares.
«Las crisis son tiempos de oportunidades. Y el confinamiento lo fue para algunas mentes emprendedoras y que supieron aprovechar bien esos tiempos de reflexión y de ganas de reencuentro. Fue el caso de Belén Barnechea y Moira Laporta. Dos amigas, peruana y chilena, que se conocieron en Madrid en 2017 y que, durante la cuarentena, redescubrieron su conexión con la cocina. “Nos dimos cuenta de que teníamos un tesoro no explotado”, explica Belén: las recetas de sus familias. Cada una empezó a cocinar en su casa, las recetas que más disfrutaban y que creían que podrían ser novedosas en España. En cuanto pudieron, se juntaron y empezaron a darle vueltas a un proyecto que veían con la misma claridad: Casa Manjar» Así grafica el portal español Traveler una actividad repostera que estos nuevos tiempos han activado.
En el caso de la repostera Paula Benítez su acercamiento al rubro de la pastelería llegó durante el 2013 y su centro de operaciones era su propia cocina. «De familia dulcera» ella relata en su web que; «El boca a boca ha sido el motor fundamental del crecimiento de Paula Benítez, todos quienes han disfrutado de mis productos, me han recomendado una y otra vez».
María Luisa Gajardo es dueña de Pastelería Bonté y con ella también se cumple este «modus vivendi» del que hablamos; «Desde que tengo memoria me sentí muy cautivada por el mundo de la pastelería. Siempre preparaba tortas y postres para mi familia y amigos, buscando sabores y texturas diferentes que los pudieran impresionar. En esta búsqueda, estudié gastronomía en Chile y después me especialicé en pastelería en la escuela de Paco Torreblanca en España. Volví a Chile con la idea de hacer realidad mi sueño, de poder compartir con el resto mi amor por el mundo de los dulces».
Fuentes :
www.bonte.cl www.traveler.es www.paulabenitez.cl