Gracias a la ciencia, se cuenta con los resultados de décadas de investigación acerca de este trastorno de la alimentación desde el punto de vista de distintas disciplinas.
¿Has recurrido a la comida para sentirte mejor o en momentos en los que estás estresado o triste? ¿Comes porque tienes hambre o solo porque sientes ansiedad? ¿Sueles hacerlo, no solamente hasta saciarse, sino aun habiendo superado este límite?
Si es así, es posible que haya experimentado uno o varios episodios de lo que se conoce como “comer emocional”. Este concepto se refiere al uso de los alimentos como forma de regular las emociones en lugar de como recurso para calmar el hambre. La teoría de la alimentación emocional sostiene que las emociones negativas pueden hacer que se recurra a la comida para reducir la intensidad de dichos sentimientos o sensaciones.
Como podrás imaginar, utilizar la comida como herramienta para contrarrestar las emociones desagradables repercute negativamente en la salud. Por ejemplo, está ligado al aumento de peso. Y hay mucho riesgo en esto. Harvard Medical School señala que; «hay partes del cerebro que se ven recompensadas por comer alimentos con alto contenido de grasa o azúcar. Y más de una década de investigación psicológica sugiere que es probable que se repita cualquier comportamiento recompensado. Sin embargo, comer alimentos reconfortantes cuando las cosas se ponen difíciles, también conocido como comer emocional o comer por estrés, no es una solución a los desafíos de la vida. Solo funciona temporalmente. Peor aún, causa angustia a más largo plazo si produce aumento de peso».
Se ha observado que existe una mayor probabilidad que las personas con niveles socioeconómicos más bajos presenten más angustia. Esta, a su vez, se suele asociar con mayor recurrencia al comer emocional. Por consiguiente, también con un mayor índice de masa corporal.
Se sabe que la pandemia por el Covid 19 ha tenido un impacto inmenso en la situación económica global. Una de las consecuencias es una significativa pérdida de empleo, además de una fuerte señal en la salud mental. En los resultados de una reciente revisión sistemática se ha observado que esta crisis sanitaria se relaciona con un incremento de sintomatologías tales como; estrés, ansiedad y depresión.
Otra de las conclusiones a las que apuntan las evidencias científicas es que el entrenamiento de relajación podría ser eficaz para reducir los episodios de comer emocional, así como los síntomas depresivos y de ansiedad. También para mejorar la eficacia individual en el control de lo que comemos y el origen por lo que lo hacemos.
Millones de personas en todo el planeta padecen trastornos alimentarios. Para tratarlos, es importante detectarlos a tiempo y ser conscientes que existen especialistas a los que recurrir y que pueden servir de apoyo. En caso de sospecha, la principal recomendación es acudir a un profesional que evalúe la situación.
Fuentes :
www.healthline.com www.mayoclinic.org www.health.harvard.edu