Cuando estamos preocupados por la pandemia, nos sentimos ansiosos por las finanzas o sentimos los efectos del confinamiento, la comida puede ofrecer un alivio a corto plazo.
La alimentación emocional es cuando consumimos alimentos en respuesta a sentimientos o señales emocionales. Significa que, en lugar de depender de señales físicas de hambre, dejamos que nuestras experiencias emocionales guíen cuándo, qué y cuánto comemos. Con la alimentación emocional, la comida se usa para calmar, calmar, adormecer o reprimir emociones difíciles.
No hay duda de que el COVID-19 y las medidas implementadas por los gobiernos de todo el mundo para manejar la pandemia están provocando una variedad de emociones que van desde el miedo y el pánico hasta el dolor y la pérdida, el aburrimiento y la ansiedad. Estas emociones, junto con pasar días en nuestras casas rodeados de comida y la imposibilidad de salir sin restricciones, pueden, por supuesto, dar lugar a una alimentación emocional, que puede resultar angustiosa e incómoda en sí misma.
De acuerdo a un paper científico publicado en el portal Science Direct; «Dos factores, en particular, parecen jugar un papel principal en la mediación de la relación entre el estrés, la ansiedad, la depresión y la alimentación disfuncional: el estado de peso corporal y la capacidad de los sujetos para percibir e interpretar de manera correcta sus sensaciones emocionales, distinguiéndolas de sus sensaciones físicas».
En momentos de estrés, hay tres posibilidades con respecto a la ingesta de alimentos: puede aumentar, disminuir o permanecer igual. Hay que “escuchar” al cuerpo y estar alerta a sus señales de hambre y saciedad. La saciedad es cuando uno se siente lleno por la comida. Debemos intentar comer alimentos saludables llenos de nutrientes y de beber mucha agua. Tratar de evitar saltarse las comidas es un buen consejo, puesto que tiempos de emergencia sanitaria estamos más propensos a comer emocionalmente y compulsivamente.
Una de las consideraciones más importantes con la alimentación emocional es asegurarse de que no solo tengamos hambre físicamente. Sentirse culpable, avergonzado o enojado con uno mismo puede continuar el ciclo de alimentación emocional; el mejor regalo que podemos darnos es aceptación. No estamos solos en esto, ya que todos vivimos momentos difíciles.
Fuentes :
www.brighamhealthhub.org www.thechelseapsychologyclinic.com www.sciencedirect.com