El Empaque y el Amor…

El envasado se conoce desde hace mucho como un eficaz método para proteger los alimentos. En esta columna hablaré de los envoltorios y lo que transmiten para cautivar al cliente.

Los hábitos de los consumidores cambiaron significativamente durante la pandemia, lo que afectó a la industria del embalaje. La entrega a domicilio de alimentos y productos de consumo aumentó la demanda de envases de embalaje y las cajas en las que se venden o envían.

Sin embargo aún hoy la tendencia de no usar envases en el Bakery nacional es bastante extendida, pero creo que irá en retirada. Hemos visto el impulso para alejarnos del desperdicio excesivo y los empaques innecesarios en la memoria reciente para satisfacer las crecientes expectativas de los consumidores de que las marcas implementen prácticas sostenibles.

No busco hacer apología a favor de aumentar el consumo de plástico ni mucho menos, pero luego de la irrupción de la pandemia aumentaron las preocupaciones de los consumidores respecto a la higiene y a que el producto que esperan disfrutar no haya estado en contacto con elementos patógenos o contaminantes.

Pensemos en la última vez que hicimos una compra que no teníamos la intención de hacer. O la última vez que probamos un producto del que nunca habíamos oído hablar. ¿Qué nos impulsó a comprar ese artículo específico? Lo más probable es que haya tenido algo que ver con el empaque. Muchos de nosotros conocimos los envases directamente en las góndolas de los supermercados cuando éramos niños y a través de sus formas y colores podíamos distinguir entre aquellas golosinas que nos gustaban más de aquellas que preferíamos menos.

El empaque es una parte clave del plan de marketing para cualquier empresa que fabrique o venda productos. El paquete de un producto puede ser el punto de venta para muchos consumidores, ya que brinda una sensación de calidad y, al mismo tiempo, refleja la imagen de marca del producto.

¿Por qué los productos comenzaron a empacarse? Primero por lo ya señalado; la salud. Luego porque un producto empacado es más simple de comercializar, el envase permite entregar información nutricional y porque así se mantiene por más tiempo la integridad del contenido ofrecido. Es un asunto netamente comercial, pero también quiero verlo como un argumento de protección a quienes consumen dichos productos… es finalmente un asunto de cariño, sobretodo en tiempos en que la contaminación cruzada puede complicar el ya complejo escenario global creado por el Covid 19.

Ahora hablemos directamente desde el corazón.

¿Hay algo más atractivo que un hermoso empaque? En un envase hay una especie de personalización, pero también de un resumen gráfico de un conjunto de sentimientos asociados al producto. Me explicaré; Hay galletas que me transportan a la niñez, a días lluviosos que invitaban a quedarse en casa en lugar de ir al colegio.

Es una conexión emocional entre “algo para comer” y mis vivencias personales, un lazo que cuesta construir, que requiere tiempo, que está avalado por la mantención en la calidad de chico producto, del respeto a su receta, a su sabor.

¿Quiere tu panadería o pastelería construir relaciones así? ¿Desea una pizzería apelar a vivencias personales y ligarlas a sus productos para que el cliente al buscar evocación, remembranza, vaya a buscar o a pedir por delivery esa pizza favorita?

Allí está el amor, esperando a ser cautivado con un exquisito pastel, con ese pan crujiente…