A menudo se les confunde, puesto que quienes los padecen manifiestan síntomas muy similares, sin embargo las causas son distintas… y ambas están creciendo en el mundo
Día tras día más personas notan reacciones anormales después de consumir alimentos que normalmente son inofensivos para el cuerpo humano. Estas reacciones pueden variar mucho en su gravedad; desde molestias leves y dolor abdominal hasta fatiga crónica, erupciones graves y dificultad para respirar.
Las alergias en general están aumentando en todo el mundo y las alergias alimentarias también se han vuelto más comunes, en particular la alergia al maní en niños en edad preescolar. Alrededor del 60% de las alergias aparecen durante el primer año de vida. La alergia a la leche de vaca es una de las más comunes en la primera infancia. La mayoría de los niños lo superan antes de comenzar la escuela.
Debido a las similitudes en algunos síntomas, los términos ‘intolerancia alimentaria’ y ‘alergia alimentaria’ a menudo se usan indistintamente por los pacientes, lo que crea confusión entre los dos. Sin embargo, lo que es claro es el mecanismo subyacente por el cual el cuerpo reacciona y el efecto en la salud del paciente. Mientras que la intolerancia alimentaria se debe a la incapacidad del cuerpo para procesar o digerir adecuadamente los alimentos consumidos, la alergia alimentaria hace que el cuerpo genere una respuesta inmunitaria muy específica al alimento en cuestión.
La intolerancia alimentaria se relaciona con problemas para digerir los alimentos y, a menudo, es causada por la falta de ciertas enzimas necesarias para digerir estos alimentos o algunos de sus componentes, ya sea que se produzcan naturalmente o se agreguen durante el procesamiento. Una serie de síntomas se acumulan en unas pocas horas o varios días después de que se consume el alimento en cuestión. Si el alimento ofensivo se consume durante un período prolongado, estos síntomas pueden agravarse o volverse crónicos.
Los ejemplos típicos de intolerancia alimentaria incluyen lactosa, fructosa, cafeína, salicilatos, sulfitos e intolerancia al gluten, entre otros.
Los alérgenos alimentarios comúnmente conocidos incluyen la leche de vaca, los huevos, el pescado, los mariscos, el trigo, los cacahuetes, los frutos secos, la soja, los cereales que contienen gluten, el sésamo, el lupino, la mostaza, el apio y el dióxido de azufre. Desde el punto de vista regulatorio, dichos componentes requieren un etiquetado claro que advierta al consumidor de su presencia. Otros alérgenos menos conocidos incluyen el maíz, el sésamo, las frutas secas, el mango y muchos otros.
Fuentes :
www.aaaai.org www.healthline.com www.kidshealth.org