Cuando se entra, por ejemplo, a una panadería o a una pastelería… ¿solo se hace por comprar e irse o también nos gustaría vivir una experiencia en su interior?
En un mundo sobreconectado, repleto de información, de estímulos que llegan de diversas fuentes, al parecer seguimos siendo humanos. ¿a qué me refiero?; a qué aún necesitamos vivir experiencias nuevas o revivir aquellas que nos han sido placenteras, y hacerlo “en directo”, sin necesidad de internediarios. Se trata de oler, sentir…
Vamos al comienzo; mientras que las compras materiales son de productos tangibles que uno pretende conservar o consumir, las compras experienciales son de productos que deben experimentarse. Las comidas en restaurantes, las películas o las vacaciones son ejemplos de compras experienciales. Si bien no existe una categorización oficial de los productos en experienciales o materiales, la mayoría de los consumidores saben intuitivamente la diferencia.
Las panaderías contemporáneas y muchas pastelerías artesanales han comprendido esta situación desde hace ya algún tiempo y ofrecen consumo in situ, de manera que el cliente se detenga unos minutos, se siente a disfrutar de la bollería fresca, un rico sandwich, quizá un jugo o un buen café y experimente el “ritmo vital” de esa panadería.
Y ahora pienso en las personas que viven solas. Según un informe de la Comisión Europea (2018), más de 75 millones de adultos europeos se reúnen con familiares o amigos solo una vez al mes, y alrededor de 30 millones de adultos europeos se sienten solos con frecuencia. Y a la luz de lo que puede verse a simple vista en nuestro país, esta tendencia va hacia el alza.
Le contaré algunos datos de una relación con mi muy querida vecina y amiga, Gaby Sucarrat. Ella era completamente independiente, a pesar de su edad y de algunos problemas de salud. Con sus hijos viviendo desde hace un tiempo en Europa, ella hacía su vida; disfrutaba de su departamento, su música, su lectura… y tenía un hábito impostergable; almorzaba de lunes a viernes en una misma mesa en la Pastelería y Salón de Té California en Ñuñoa. Allí conversaba con el dueño, Don Giuseppe, con los meseros y con otros clientes habituales. Era su momento de sociabilidad y lo disfrutaba siempre. Habitualmente llegaba con ricos pasteles y bollería que compartimos con un buen café.
¿Qué quiero decirles con esto? Las compras experienciales tienen un efecto más fuerte en el alivio de la soledad que las compras materiales, lo que está mediado por la mejora de la relación y es parte de las estrategias de afrontamiento de la soledad que las empresas del bakery deben tener siempre muy presente; la atención a público es el pilar de la actividad, porque se trabaja en la cocina para que los clientes lo disfruten en la mesa; en las de sus propias casas, pero también como invitados preferentes en tu bakery. Solo basta instalar algunas mesas, unas sillas y ofrecer lo que se elabora con pasión.
¡Más experiencias, menos soledad!