Es una de las conclusiones que arroja un estudio realizado recientemente por Aramark en conjunto con Cadem, que consideró como muestra 1.000 entrevistas a nivel nacional.
El informe reveló que, ante el proceso inflacionario que se vive en nuestro país, un porcentaje importante de consumidores admitieron estar prescindiendo, o al menos modificando su uso, con respecto de un hábito de consumo que tuvo un explosivo crecimiento en tiempos de la alerta sanitaria producto del coronavirus: pedir comida por delivery. Y este proceso también ha afectado a la compra online de pastelería y al fast food. Objetivamente hay menos pedidos, pero no existe un éxodo masivo de usuarios dentro de las aplicaciones de delivery.
Informa América Retail: “La inflación, que en los últimos 12 meses lleva un acumulado de 13,7%, ha impactado fuertemente a los bolsillos de las familias, que han debido realizar ajustes en sus gastos. Conforme al estudio, un 66% de los consultados declara que producto de esto ha dejado de consumir uno o más alimentos. Entre los más mencionados le siguen los pescados o mariscos (36%), pasteles, galletas o golosinas (30%); comida rápida (28%)”.
Aunque el uso de las aplicaciones tales como Rappi, Uber Eats o Pedidos Ya, varía de acuerdo a los intereses y gustos personales de cada consumidor, las empresas identifican que los usuarios buscan opciones más factibles y alternativas en sus pedidos, con el fin de optimizar gastos.
“El estudio mostró que uno de los principales motivos declarados para no llevar una alimentación saludable sigue siendo los precios de los alimentos. No es extraño entonces que los aspectos mayormente considerados a la hora de comprar alimentos sean la relación precio-calidad (87%), precio-cantidad (82%), y en general que sea barato (73%)”, expuso ante los medios de comunicación especializados el gerente de Asuntos Públicos y Estudios de Cadem, Roberto Izikson, empresa encuestadora que estima que esta situación podría prolongarse durante el año 2023.
Otra encuesta de Cadem, conocida como «Plaza Pública» confirma la situación. “Tiene que ver evidentemente con los niveles de inflación que no han cedido, con que los fondos que venían de los IFE o los retiros se están acabando, y que todos estos problemas juntos dan cuenta de que el 2023, en términos económicos, va a ser un año muchísimo más complejo que éste”, dijo Roberto Izikson.
Volviendo al estudio Aramark-Cadem, los resultados subrayan que ha mermado el número de personas que consideran su dieta como “saludable”, pasando de un 46% en el 2021 a un 40% en el 2022. En contraste, crecen quienes la evalúan como “algo saludable” (43%,+ 4) y “poco o nada saludable” (17%, +2). La base de la alimentación continúa siendo el pan, el té y café, el agua y los vegetales. Otros alimentos y bebidas que se consumen regularmente por los chilenos son; fideos, arroz y papas, huevos, pollo o pavo, lácteos y leche.