Volvíamos a clases luego de un verano interminable y mágico. Y en marzo para mí, y creo que para mucha gente de mi generación era… tiempo de comer chocolate.
Es un alimento que se caracteriza por tener una textura cremosa y suave en la boca, con un sabor que puede ser descrito como dulce y amargo al mismo tiempo. El dulzor proviene del azúcar añadido, mientras que el amargor se debe al cacao y otros ingredientes utilizados en su elaboración. Además, el chocolate también puede tener notas de sabores como la vainilla, la canela, la nuez moscada o la fruta, dependiendo del tipo de chocolate y los ingredientes utilizados. Estos sabores, estas “notas gustativas” pueden ser más sutiles o más intensas según el tipo de chocolate que se esté probando.
“Con la llegada del otoño, y luego del invierno, hay muchas razones detrás del aumento del hambre, no solo por el deseo de chocolate” – explica la profesora Daniela Lucini, Jefa de la Sección de Medicina en Humanitas Milán, Italia. – “En general, tendemos a comer más de ciertos alimentos no solo porque hace frío y necesitamos más calorías, sino principalmente porque alimentos como el chocolate contienen triptófano. El triptófano produce neurotransmisores, importantes sustancias que modulan el estado de ánimo, regulan los ritmos circadianos y la sensación de saciedad. Como la concentración tiende a disminuir durante el invierno, necesitamos más de lo anterior”.
Por supuesto de niña, aquella golosina era una de mis favoritas sin siquiera imaginar las razones que acabo de citar. Recuerdo cuando mi mamá me llevaba a alguna confitería del barrio y me permitía elegir mi barra de chocolate favorita. Me sentía como si estuviera en el cielo. Me encantaba la sensación de deslizar mis dedos sobre la envoltura brillante y arrancar un pedazo de chocolate delicioso y cremoso. Era tiempo para comer esa delicia. Y ahora comprendo el por qué. Marzo es uno de los meses de la “Temporada del Chocolate” que comienza antes de Halloween, abarca Navidad, San Valentín y termina justo después de la Pascua de Resurrección en abril.
Pero a menudo esa temporada se alargaba… También me encantaba el chocolate caliente en invierno. Me sentía reconfortada mientras lo bebía y disfrutaba de su sabor dulce y rico, sabor que era infaltable en los cumpleaños infantiles de aquellos años. A veces, mi mamá me agregaba un poco de crema batida encima, lo que lo hacía aún más especial. A medida que crecía, mi amor por el chocolate no disminuyó. En la adolescencia, solía compartir una barra de chocolate con mis amigos mientras nos sentábamos en el parque o en la cafetería del colegio. Era una deliciosa forma de conectarnos y disfrutar de algo que a todos nos encantaba.
Cuando estaba estresada por los exámenes o tenía un mal día en la escuela, el chocolate siempre estaba allí para consolarme. Me hacía sentir mejor y me recordaba que había cosas dulces y agradables en la vida. Incluso luego, ya más grande, en la universidad aposté con un profesor una barra de chocolate a la nota que me sacaría en el examen que haría unos días después… ¡y gané!
Ahora, como adulta, todavía disfruto del chocolate, pero de una manera más equilibrada. Me doy un capricho de vez en cuando, pero también trato de ser consciente de mi salud. Pero nunca olvidaré el papel que el chocolate jugó en mi infancia y adolescencia, y cómo siempre estuvo ahí para alegrar mis días más oscuros y hacer que mis días más brillantes fueran aún mejores. ¡Para mí marzo era el mes del Chocolate! Y en mi corazón quizá lo siga siendo…
Me despido por ahora. Les recomiendo leer los análisis de otros expertos que pueden encontrar en esta misma página web, los cuales les pueden ayudar y mucho en el quehacer emprendedor diario en este mundo del Bakery que tanto queremos.
¡Nos leemos en abril!
Fuentes:
Humanitas Milán
The Guardian UK