El pasado día lunes 10 de julio se celebró a lo ancho y largo del país el día conmemorativo de este popular y tradicional producto chileno, con millones de ventas por unidad anualmente.
La gastronomía chilena es rica en sabores y tradiciones culinarias únicas. Entre los platos más queridos y reconocidos se encuentran las sopaipillas chilenas. Estas deliciosas y crujientes masas fritas son una verdadera joya culinaria que ha perdurado en el tiempo y se ha convertido en un ícono de la cultura chilena.
Además de su sabor delicioso, las sopaipillas tienen un significado cultural profundo en nuestra nación. Son un símbolo de hospitalidad y generosidad, ya que es común que las familias chilenas ofrezcan sopaipillas a los visitantes como muestra de afecto y bienvenida. También se consideran un alimento reconfortante, especialmente durante los días fríos de invierno.
«Están en restaurantes, cócteles, picoteos de fin de semana e incluso en carritos en la calle. Se trata de las clásicas sopaipillas que nunca pasan de moda y siempre son carta segura para saciar el hambre. Se pueden comer con pebre, pasadas y con ají, por nombrar solo algunas de las alternativas de acompañamiento», relata el Diario Las Últimas Noticias en su suplemento Mercado Mayorista.
Acera de su origen y preparación básica así lo relata el portal nacional «Es una masa frita, la cual regularmente lleva harina, agua, polvos para hornear, entre otros ingredientes. Sin embargo, en cada parte de Chile se prepara de diferentes formas. Es por esto que es un plato tradicional que a todos les gusta, pues también se puede acompañar de aderezos a gusto. El relato cuenta que el origen de este alimento viene de países árabes, quienes llamaban a esta preparación “sopaipa” -que significa masa frita-. Esta receta fue adoptada por los españoles, en específico en Andalucía. Al llegar a Chile, los mapuches modificaron el nombre a “sopaipilla” en honor a un pájaro del sur de nuestro país. Es una preparación con mucha historia que, según el libro “Apuntes para la historia de la cocina chilena”, del historiador Eugenio Pereira, llegó a Chile en 1726 y se diversificó a lo largo del país», señala el portal nacional Chócale.
Las sopaipillas chilenas son una verdadera delicia culinaria que se puede disfrutar en todo el país, pero es interesante destacar que su tamaño y preparación varían según la zona geográfica. En el norte grande, por ejemplo, las sopaipillas son tan grandes como una palmera dulce que se consume popularmente en la playa. Estas sopaipillas son delgadas y muy crocantes, ofreciendo una experiencia única al saborearlas. A medida que nos trasladamos hacia el sur, desde Copiapó hasta Concepción, nos encontramos con una variación en la preparación de las sopaipillas. Aquí, la masa incorpora zapallo, lo que les da un sabor más dulce y un color similar al de la cúrcuma. Estas sopaipillas presentan una combinación de sabores y texturas que las hacen irresistibles para los amantes de la comida chilena.
En la temporada invernal, se destaca una versión especial de las sopaipillas conocida como «sopaipillas pasadas». Estas sopaipillas se preparan sumergiéndolas en una deliciosa chancaca, un tipo de azúcar moreno. El resultado es una mezcla perfecta de dulzura y suavidad que brinda calidez durante los días fríos y se convierte en un verdadero placer para el paladar.
Las sopaipillas chilenas son un plato muy versátil y se pueden disfrutar de diferentes formas. Son un manjar popular durante las fiestas patrias chilenas, en especial en las ramadas (ferias tradicionales) donde se venden en puestos callejeros. También se sirven como un desayuno contundente, acompañadas de mermelada, manjar, palta o simplemente solas.
Fuentes:
Las Últimas Noticias
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