El llamado viernes negro de 1929 la bolsa de NY. Se desploma llevando al mundo a una de las más terribles crisis financieras de la historia.
Crisis que llevo al suicidio a muchos seres humanos, al pensar que lo habían perdido todo, asumiendo que todo, era el dinero y las posesiones materiales, la vida no estaba en el listado de las cosas importantes de muchos.
Diez años después en 1939 se da comienzo a la Segunda Guerra Mundial, la más mortífera de todas las guerras de la historia, mueren entre 50 y 70 millones de mujeres, hombres, niños. Tal vez lo que aprendimos aquí es que en una guerra nunca existen los ganadores, todos somos perdedores, sobre todo aquellos lejanos al poder, el ser humano real.
Realizo estos dolorosos recuerdos históricos, para decir que en ambos casos hubo una particular industria, llamada sin chimeneas, que no solo flotó en forma admirable, en aquellas agitadas aguas, sino que además creció en medio de la debacle existente en esos calamitosos días.
Los hoteles restaurantes, bares cabarés, teatros, cines crecieron como flores en primavera, entregando la fe perdida, por medio de relatos, historias, sabores, que los hicieran reencontrarse con su identidad humana, mirarse en los ojos del otro, celebrar la vida triunfadora ante la muerte, reconocer la victoria sobre la adversidad y los días amargos. La esperanza regresaba triunfante.
A mí no me cabe duda alguna, volveremos a la vida de la mano de esta industria de los sueños, como antes ya lo hicimos, y para eso debemos prepararnos, los protocolos para el regreso deben estar desarrollados por gente que conoce la industria, que es parte de ella, las Cámaras de comercio, las organizaciones de Turismo y Gastronomía.
Solo como ejemplo, pensemos en que los actuales protocolos dejan con suerte un 40 % de aforo para el ingreso de personas a un restaurante, o bar, cafetería etc. Para mantener la distancia adecuada. Por supuesto esto deja un 60% de personal sin trabajo. Entonces ¿no es lógico pensar en que debiéramos usar espacios públicos, veredas, cerrar calles cerca de los restaurantes para permitirles ampliar el aforo cuando regresemos? Convertir nuestras veredas en parques, calles, en lugares en donde se reciba la esperanza, la libertad, en donde se dignifique el trabajo para encontrar la alegría, y los sueños que la pandemia no logró arrebatarnos.
Joel Solorza
Director Escuela de Gastronomía UDLA.