Tanto en el mundo de las fragancias como en el de la repostería, los consumidores buscan satisfacer sus deseos de indulgencia y expresar su individualidad en vivencias únicas.
En la sociedad contemporánea, el concepto de indulgencia y egolatría ha cobrado una relevancia significativa, especialmente en contextos culturales donde se valora la exquisitez y el placer sensorial. Francia, conocida por su rica tradición en perfumería y repostería, no es ajena a esta tendencia. Esta vez será una columna de opinión para analizar cómo estos dos sectores, la perfumería y la repostería, contribuyen al mercado de la indulgencia y la egolatría en un país líder en ambos ámbitos y así ver qué experiencias podemos tomar para nuestro mercado local del Bakery, que es lo que nos preocupa y nos ocupa.
Mercado de la Indulgencia en la Perfumería
La perfumería francesa es reconocida a nivel mundial por su excelencia y sofisticación. El mercado de la indulgencia en este sector se caracteriza por la búsqueda de fragancias exclusivas y lujosas que reflejen la personalidad y el estatus del individuo. Marcas de renombre como Chanel, Dior y Guerlain dominan este mercado, ofreciendo perfumes elaborados con ingredientes de alta calidad y técnicas de producción meticulosas.
La egolatría se manifiesta en la perfumería a través de la personalización y la búsqueda de fragancias únicas que satisfagan los deseos y gustos individuales. Los consumidores buscan perfumes que no solo los hagan sentir bien, sino que también les permitan destacar y expresar su identidad de manera distintiva. Esta demanda ha llevado al surgimiento de servicios de personalización de fragancias, donde los clientes pueden crear su propio perfume único, adaptado a sus preferencias y estilo de vida.
Mercado de la Indulgencia en la Repostería
La repostería francesa es otro pilar del mercado de la indulgencia en el país galo. Con una tradición arraigada en la elaboración artesanal y la excelencia culinaria, Francia ofrece una amplia gama de productos de repostería que deleitan los sentidos y satisfacen los antojos más exigentes. Desde los clásicos croissants y macarons hasta las elaboradas tartas y pasteles, la repostería francesa es un festín para los amantes del dulce.
La egolatría se refleja en la repostería a través de la búsqueda de experiencias gastronómicas exclusivas y la exhibición de estatus social. Los consumidores buscan no solo satisfacer su paladar, sino también impresionar a otros con su refinado gusto y capacidad para acceder a productos de alta gama. Esto ha impulsado el crecimiento de pastelerías de lujo y la demanda de productos gourmet que ofrecen una experiencia indulgente y memorable.
¿Quiénes están liderando hoy la repostería de Francia?; nuevos panaderos – pasteleros como los que componen el equipo de The French Bastards (que no trabajan los jueves) y abren siempre muy temprano. «Ha habido un renacimiento en París en los últimos años de jóvenes panaderos – reposteros, que entienden las técnicas y tradiciones, pero las usan como trampolines para ir más allá de ellas. Y tres de ellos han establecido una tienda, llamándose a sí mismos Los bastardos franceses. Todo está hecho en la tienda y si caminas por la calle lateral, puedes ver en el ventanal mientras todos trabajan alrededor de la mesa de granito fresco, que evita que la mantequilla en las masas laminadas que usan para sus pasteles matutinos se derrita», señala el blog de David Lebovitz, cocinero y panadero californiano que ha hecho un muy interesante análisis que comparto con ustedes al final de esta columna.
El mercado de la indulgencia y la egolatría en Francia, asociado a la perfumería y la repostería, sigue prosperando gracias a la continua demanda de productos exclusivos y experiencias sensoriales únicas. En un país donde el placer culinario y la elegancia son parte integral de la cultura, estos sectores seguirán desempeñando un papel fundamental en el mercado.
Quizá estos antecedentes puedan ayudarnos en Chile para potenciar un perfil único en nuestra repostería, que pueda ser reconocible no solo en lo local ante el turista que nos visite, sino que sea una “marca país” que pueda ser exportada con éxito.
Fuentes:
David Lebovitz
The Food Tech