Sabor Dubái: La Tendencia que Remece el Consumo

Lo fluido es la clave de su creciente éxito entre los consumidores más jóvenes. Una crema que se desliza, que cae lentamente genera más atracción que un pastel perfecto e inmóvil.

Los Millennials crecieron como nativos digitales, entre la televisión de sobremesa y el celular en la mano. Viven de un “modo natural” entre pantallas, acostumbrados a buscar estímulos que combinen lo estético con lo vehemente. Por eso, lo fluido –como concepto visual– tiene para ellos un peso simbólico: es natural, es real, es placer sin filtros. Una crema que gotea, que tiene la capacidad de desplazarse al interactuar con ella les provoca más afinidad emocional que los clásicos productos cuadrados inmóviles del Bakery, como pasteles o barras de chocolate.

Esto tiene que ver también con una búsqueda de autenticidad sensorial. Lo que fluye parece vivo. Y eso se traduce en valor. En un mundo donde muchas cosas se ven artificiales, lo fluido remite a algo más orgánico, más honesto, aunque venga en un packaging llamativo como el de la tendencia Dubái. Además, lo fluido es también símbolo de “lo compartible”. El momento en que un roll se abre y la crema se derrama es el clímax visual perfecto para un reel o una historia. Es contenido, es performance; Es marketing emocional en tiempo real.

En los últimos meses, una combinación ha comenzado a ganar terreno en vitrinas, reels y mostradores de negocios Bakery contemporáneos: el llamado «Sabor Dubái», mezcla intensa y golosa que fusiona crema de pistacho, chocolate (usualmente negro o blanco) y masas suaves o crocantes. Esta tendencia, que partió en países del Golfo y Europa del Este, ya está aterrizando con fuerza en América Latina, despertando curiosidad y deseo entre consumidores de todas las edades, incorporándolo incluso en pizzas dulces, tortas y por supuesto, en tabletas de chocolate.

¿A qué sabe Dubái? Es difícil de explicar… quienes ya lo han hecho coinciden en que se trata de un sabor untuoso, lujoso, cremoso y a la vez cálido. El pistacho aporta profundidad, color y una textura sedosa, mientras que el chocolate, en sus distintas versiones, equilibra el dulzor y aporta notas que pueden ir desde lo amargo hasta lo lechoso. Las masas (hojaldres, brioches, pizzas dulces o hasta galletas) funcionan como lienzo para esta explosión sensorial.

En pastelería, este sabor se traduce en tortas con capas generosas de crema de pistacho y ganache; en panadería, brioches rellenos o trenzas con cobertura brillante que parecen sacadas de un bazar de Medio Oriente; y como señalamos anteriormente, en el mundo de la pizza, incluso se han comenzado a ver versiones dulces con base de masa fina, Crema Dubái como topping y ralladura de chocolate o frutos secos.

La experiencia de consumo tiene también algo de teatral: los cortes revelan interiores verdes, brillantes, exageradamente cremosos. Es un sabor para compartir en redes, pero también para repetir en la vida real. No es extraño ver clientes grabando su primer bocado o abriendo lentamente un rollo de masa para mostrar cómo se desborda la crema.

Además, hay un componente de alta indulgencia aspiracional. El “Sabor Dubái” remite a lujo, a indulgencia, a un momento de disfrute sin culpa. Se vincula con lo exótico, lo que viene de lejos, lo que parece “de otro nivel”. Muchos emprendedores Bakery lo han incorporado no solo por su sabor, sino también por el impacto visual y la narrativa que ofrece: un producto premium, sin necesidad de ser inaccesible.

Por todo esto, el entender que la crema Dubái no solo es rica, sino que también fluida, puede ser clave para marcas y emprendimientos que quieran conectar con esta generación. Porque en la era donde todo se graba, lo que se derrama… también se viraliza.

Fuentes:
KPMG Tendencias
El Destape
Info Mendoza

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