Baklava: Un Delicioso Viaje a Través de la Historia

Ha deleitado paladares durante siglos, conocido por sus capas crujientes de masa filo, relleno de nueces y un baño de jarabe azucarado. En Chile es uno de los clásicos “Dulces Árabes”.

Este exquisito manjar tiene una rica historia y es una muestra perfecta de la habilidad culinaria y la herencia cultural de diversas regiones. El Baklava es un postre que tiene sus raíces en el Medio Oriente y los Balcanes, aunque su origen exacto es motivo de debate entre varios países. «Una celebración nunca es perfecta sin baklava. Con estas palabras describe el chef turco Musa Dagdeviren al dulce más representativo de la pastelería turca», señala el portal especializado Directo al Paladar, sin embargo también los griegos, y los pueblos árabes reivindican la invención de este delicioso y exuberante postre, pero lo que está claro es que el Baklava, tal como lo conocemos hoy, ha evolucionado a lo largo de siglos y ha sido influenciado por varias culturas.

La versión más aceptada es que el Baklava moderno se desarrolló durante el Imperio Otomano en Turquía. Documentos históricos indican que ya en el siglo XV, este postre era disfrutado en los palacios de los sultanes otomanos. Sin embargo, la influencia griega también es innegable, dado que la palabra «baklava» tiene orígenes en la lengua griega.

Los ingredientes básicos del Baklava incluyen una masa muy delgada y crujiente, similar a las hojas de papel. Tradicionalmente se usan nueces, almendras o pistachos, dependiendo de la región. Las nueces se pican finamente y se mezclan con azúcar y a veces con especias como canela o clavo. La mantequilla se utiliza para separar cada capa de masa filo, aportando un sabor rico y una textura crujiente. En cuanto al jarabe, este está elaborado con miel o azúcar, agua, jugo de limón y a veces agua de rosas o de azahar para darle un aroma especial.

La preparación del Baklava requiere paciencia y precisión. Las capas de masa filo se colocan una sobre otra, con una capa de mantequilla derretida entre cada una. Después de varias capas de masa filo, se añade una capa de nueces picadas y se repite el proceso. Finalmente, el baklava se hornea hasta que esté dorado y crujiente. Una vez horneado, se baña en jarabe caliente y se deja reposar para que absorba todo el dulzor.

Aunque el baklava turco es el más conocido, hay muchas variaciones regionales. En Grecia, por ejemplo, a menudo se añade canela y clavo al relleno de nueces. En el Medio Oriente, es común encontrar versiones con pistachos y jarabe de agua de rosas. El Baklava se sirve tradicionalmente en celebraciones y festividades, como bodas y fiestas religiosas. En Turquía, es un postre popular durante el Ramadán. Cada bocado es una celebración de sabores y una experiencia culinaria que ha sido perfeccionada a lo largo de los siglos.

Pero, ¡prudencia!, aunque es muy delicioso y puede tentar a cualquier paladar, es un postre muy calórico debido a su contenido en mantequilla, nueces y jarabe. Por ello, se recomienda disfrutar en porciones pequeñas. Acompañado de un buen té cargado o un café negro es disfrutable absolutamente… y se conserva muy bien refrigerado por varios días sin perder estructura y características distintivas.

Hoy en día, el Baklava es una preparación repostera que ha cruzado fronteras y se encuentra en las cocinas de todo el mundo, adaptándose y variando según los gustos locales. Es más que un postre; es una conexión con la historia, la cultura y la gastronomía de varias regiones del mundo.

En nuestro país lo reconocemos por su forma y textura… quizá no tanto por su nombre. Y al tener nuestro país una colonia árabe extensa es común encontrarlo incluso en supermercados y por cierto, en dulcerías y pastelerías del barrio Patronato en la zona norte de Santiago.

Fuentes:
Finde La Tercera
Directo al Paladar
ABC de España

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