En este país del norte de Europa los panaderos o aficionados a elaborar pan en casa, que deban viajar, pueden dejar sus masas madre en un hotel especial para que las alimenten y cuiden.
Estos cultivos vivos necesitan atención constante para mantenerse activos, y con muchas personas alejadas por semanas producto de las extensas vacaciones en aquella nación, los «hoteles de masa madre» se convirtieron en la solución perfecta para Suecia. En estas instalaciones el personal alimenta las masas según instrucciones, mantiene condiciones estables y cuida cada cultivo como si fuera un huésped, pero…
¿Por qué los suecos están tan obsesionados con la masa madre? Charlotta Söör, dueña de uno de estos emprendimientos, respondió; «No estoy muy segura, pero creo que tiene que ver con el hecho de que a los escandinavos nos gusta la comida con un toque ácido, como la leche agria, el yogurt y la cuajada. El pan de masa madre tiene algo que los otros panes no: un sabor más complejo. A los suecos también les encanta ser sanos y se dice que las bacterias lácticas ácidas del pan son buenas para el estómago».
Una masa madre no es una simple combinación de harina y agua, sino un ecosistema vivo, lleno de levaduras silvestres y bacterias lácticas, que le dan al pan su sabor distintivo y su textura esponjosa. Pero como cualquier organismo vivo, la masa madre requiere atención constante. Si se deja a temperatura ambiente, debe alimentarse a diario, e incluso en el refrigerador, un descuido prolongado puede provocar la acumulación de alcohol, moho o pérdida de vitalidad. Para los amantes del pan, perder una masa madre es cómo perder a un querido compañero. Por esto el mercado sueco se abrió desde hace ya varios años a esta opción.
Este tipo de servicio, que ya ha cumplido, como tendencia, más de 15 años de existencia, cuesta entre 100 y 300 coronas suecas por semana, refleja cómo el pan artesanal se ha convertido en una tradición viva y preciada, casi como un animal de compañía o incluso una herencia familiar… y es importante destacar que solo un porcentaje de los clientes son panaderos de profesión, por tanto miles de familias suecas cuentan con su propia levadura natural. Y la relación entre los viajes y el cuidado de las masas madre es tan potente en esta nación que existen varias tiendas («hospedajes») en el aeropuerto Arlanda de Estocolmo. “Y hay que recordar que una masa madre puede vivir durante generaciones siempre que se la cuide bien, lo cual es bastante sorprendente”, subraya Söör.
Los llamados “hoteles de levadura” van más allá de ser una rareza: representan un punto de encuentro entre innovación, tradición y respeto por el medioambiente. En una época dominada por la comida rápida, en Suecia se mantiene la idea de que incluso un leudante orgánico merece atención y cuidado, como un elemento vivo y valioso de su herencia culinaria.
Fuentes:
Vice
Smithsonian Magazine
The Guardian
