Un fenómeno creciente entre un reducido porcentaje de usuarios muestra una inclinación alarmante hacia el consumo frecuente de comida rápida a través de aplicaciones móviles.
Lo que inicialmente podría parecer un gasto menor, se ha convertido en una fuente significativa de ingresos para estas plataformas, representando más de la mitad de los ingresos de varias decenas de usuarios. ¿Cómo es posible que una persona gaste en hamburguesas, pizzas y productos similares lo mismo que en arriendo, educación o gastos esenciales? Jorge Berríos, director del diplomado en finanzas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, señala que la combinación de escasa conciencia sobre el gasto, una deficiente educación financiera, y la facilidad con la que la banca otorga créditos de hasta cinco veces el salario mensual, ha creado lo que él denomina «una tormenta perfecta».
“El gasto en este ítem (delivery) está absolutamente exacerbado de acuerdo a la disponibilidad financiera que tienen las personas. Eso es porque la gente no mide al tener una capacidad financiera de hasta cinco veces un sueldo, porque tienen disponibilidad crediticia, pero eso hace que la gente se endeude más de lo que corresponde”, comenta el académico de la U. de Chile.
Y esta situación pareciera aumentar debido a las condiciones de los nuevos estilos de vida de nuestras sociedades. «Según el estudio 5C de Cadem, en el último año un 48% de sus encuestados, ponderados en distintos niveles socioeconómicos, de edad, género y región aseguraron haber tenido alguna experiencia directa con empresas de delivery en 2024. El mismo sondeo estableció que un 12% de los encuestados usó una de esas plataformas en los últimos 7 días», destacó el portal de noticias The Clinic.
El incremento en la deuda relacionada con servicios como delivery y transporte a través de aplicaciones refleja directamente el creciente consumismo en la sociedad. Más allá del modelo económico imperante, la tendencia hacia el consumo rápido se ha vuelto predominante. La elección entre preparar una comida en casa o solicitar un pedido a través de Rappi se ha transformado en una cuestión de comodidad y disponibilidad financiera. En este contexto, la banca, al facilitar créditos, juega un papel crucial en alimentar este comportamiento consumista.
Sin embargo, hablamos de un segmento del mercado relativamente pequeño. De acuerdo al reciente estudio de CADEM «un 82% de los chilenos compró en un supermercado durante la última semana y el 87% prefiere hacerlo presencial y sólo 18% online. El 41% está prefiriendo hacer compras de reposición, una vez a la semana, 10 puntos más que aquellos que hacen una sola compra al mes, con 31%. Sólo un tercio de los ex compradores de Cornershop se mantuvo en Uber Eats, el resto se cambió a otras plataformas o al canal presencial».
El creciente consumo de comida rápida entre la juventud a través de aplicaciones de delivery refleja una transformación profunda en los hábitos alimenticios y en la forma en que las nuevas generaciones interactúan con la tecnología y la alimentación. Este fenómeno, impulsado por la conveniencia y la inmediatez, pone de manifiesto un cambio cultural donde la rapidez y la facilidad de acceso se valoran más que la calidad y la preparación consciente de los alimentos.
En un mundo donde el tiempo es escaso y las exigencias del día a día aumentan, los jóvenes encuentran en las aplicaciones de delivery una solución rápida para satisfacer sus necesidades alimenticias. Sin embargo, esta dependencia creciente también plantea interrogantes sobre el impacto a largo plazo en la salud, el bienestar y la economía personal. La comodidad inmediata puede llevar a la desvalorización de la cocina tradicional y a un aumento en los costos no solo monetarios, sino también en términos de salud física y mental.
Además, esta tendencia revela una falta de educación financiera y de conciencia sobre los efectos del consumismo digital. Los jóvenes, al verse tentados por la facilidad de acceso al crédito y la disponibilidad de opciones en estas plataformas, pueden caer en patrones de gasto insostenibles. El consumo impulsivo, promovido por la publicidad agresiva y la omnipresencia de las aplicaciones en sus dispositivos, puede llevar a una espiral de endeudamiento y a una relación distorsionada con la comida.
Esta reflexión invita a reconsiderar los valores que estamos promoviendo en nuestra sociedad y a fomentar una mayor conciencia sobre las decisiones alimenticias y financieras. La educación, tanto en el ámbito de la salud como en el económico, se convierte en una herramienta crucial para empoderar a las nuevas generaciones, ayudándolas a tomar decisiones más conscientes y responsables en un entorno donde la tecnología y el consumo están tan profundamente entrelazados.
Fuentes:
Estudios CADEM
The Clinic
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