Adoptada por la aristocracia europea, esta exquisita preparación de origen francés, es suave como la seda y preferida por millones de consumidores diariamente.
Su antecedente son los huevos a la nieve, pero si bien tiene analogías, es una preparación disímil. Siempre ha existido cierta confusión entre los dos postres. No es de extrañar, en realidad, ya que la Isla Flotante se suele hacer con un gran merengue horneado al baño maría, mientras que los Huevos a la Nieve suele llevar trozos más pequeños de merengue escalfado.
La primera vez que se le menciona por escrito ocurrió en 1886, y aparece en el diario de Gil Blas, donde se detalla la receta de un postre llamado “isla flotante” en una sección culinaria firmada por Vatel Cadet. «Esta apreciada natilla se hizo cotidiana en la realeza y la aristocracia europea, pero es en 1886 cuando el periódico «Gil Blas» lo hace popular en su recetario y lo llama «Isla Flotante». De allí comenzó una vorágine de versiones que incluso lo catalogaban como un postre inglés, siendo que su origen es francés», destaca el portal Bavaro News.
Pero la receta moderna, tal cual la conocemos ahora, es obra del gran un cocinero, restaurador y escritor culinario francés Auguste Escoffier, cuando en 1903 publicó en la Guía Culinaria su propia versión. Esencialmente, se trata de merengue flotando sobre una crema inglesa de vainilla, pero la preparación tiene sus aristas. Para ir a las fuentes, revisemos la receta típica que se menciona en el Larousse Gastronomique, la Biblia de la cocina gala: “Preparar una crema inglesa con 1 litro de leche hervida, de 10 a 12 yemas de huevo y 150 gr de azúcar. Dejarla enfriar por completo y luego verterla en la copa de servicio. Batir a punto firme 10 claras de huevo con una gran pizca de sal y 1 sobre de azúcar avainillado. Untar con aceite un molde de manqué y verter en él, delicadamente, las claras. Poner a baño María, introducir en el horno previamente calentado a 150°C y cocer durante 30 minutos, hasta que la parte superior comience a dorarse. Dejar enfriar por completo y luego desmoldar sobre crema. Poner 6 cucharadas soperas de azúcar en polvo en un pequeño cazo con suficiente agua como para que se funda y obtenga un caramelo rubio. Verterlo muy caliente sobre las claras desmoldadas formando lazos. Conservar en un lugar fresco”.
En Argentina, país de alto consumo de este rico postre, se le suele servir con salsa sambayón, un aderezo de origen italiano preparado con yemas, azúcar y vino dulce. La sencillez de su preparación y la combinación de sabores sutiles como la vainilla y el merengue lo han consolidado como un favorito entre los argentinos, quienes han adaptado el postre para hacerlo parte de su cultura gastronómica. En muchas versiones locales, se incorpora un toque de caramelo sobre el merengue, o se acompaña con frutas frescas para agregar un contraste de texturas y sabores.
La isla flotante es una muestra de cómo la pastelería francesa sigue presente en las mesas de muchos países del planeta, donde sus incondicionales consumidores valoran su elegancia y su capacidad de transformar ingredientes simples en una experiencia memorable.
Fuentes:
Cucinare
Bavaro News
TN Argentina